QUID PRO QUO
La historia tuvo lugar en nuestra ciudad en la época anterior a 1870, en que existía una gran afición a la cría de palomas, que además de recreo resultaba lucrativa pues el gasto de manutención de los volatiles, se compensaba con creces con el producto de las crías y la venta de los excrementos o "palomina", muy demandada por la industria curtidora, que en aquellos tiempos estaba en pleno auge en Granada........
Con estas espectativas, no era de extrañar que hasta los mas grandes señores tuviesen a gala el ocuparse personalmente de la cría de estas aves en sus espaciosas casas provistas de amplias torres y azoteas, dedicando parte de las mismas a palomares..
Se buscaban las crías de las mejores clases famosas tanto por la fecundidad como por la belleza y finura de sus ejemplares por los que se pagaban los mas altos precios con el fin de hacer cruzas y afinar las castas....
Uno de los palomares mas ricos en numero y diversidad de castas finas tales como "tobainas", "azulitos", gallardos "cuervos" o encantadoras "coli-conchas" o "coli-tejas"..., etc.., era el de los Señores Maestrantes de Granada, Caballeros de la Orden de Calatrava, instalada en su mansión señorial de la Placeta de San Agustín numero once......
Hasta que un día llego a la ciudad una bandada de aves de rapiña, atraídas por la inmensa proliferacion de palomas y tomaron albergues en las torres de las iglesias, esquilmando los mejores palomares a su alcance....
Venia como líder de la bandada un formidable halcón, que estableció su guarida en las torres de la Catedral, por la parte que linda con la calle de la Cárcel y desde la alturas dejabase caer al tejado de la casa numero 24 de la referida calle propiedad del escribano D. Juan Bautista Garcia Alarcon y desde allí por la Plaza de Villamena, efectuaba continuos vuelos directos al palomar de la Placeta de San Agustín, causando devastadores estragos en el mismo.....
Tal fue el daño causado por el halcón, que los Señores Maestrantes dueños del aplomar, aprovechando las buenas relaciones que mantenían con el Capitán General de Granada, le pidieron que les facilitara el mejor tirador que hubiese entre los soldados de la guarnición, con el fin de que pusiese termino a las rapacidades de la inoportuna ave con un certero disparo.......
El General atendiendo la petición de sus amigos, les envió al mejor hombre que tenia, un gastador distinguido por su destreza en los ejercicios de tiro, a la vez que les recomendaba se pusiesen al habla con las demás autoridades, al objeto de que los posibles disparos no alarmasen a la seguridad publica....
El mismo se encargaría de dar el oportuno aviso a la guardia del exterior de la cárcel, situada por entonces frente al edificio dominio del halcón y trataría personalmente el asunto con el Señor Arcipreste de la Catedral, que también desempeñaba el cargo de Gobernador Eclesiástico de la Diócesis, para que concediera permiso para realizar la caza en los tejados del primer Templo granadino y señalara la hora mas adecuada para ello.....
Informado de todo el bondadoso Arcipreste, convinieron en que el experto tirador al cual se le facilitaria vestimenta de paisano, se presentase en la Catedral a las tres de la tarde y el Sacristán Mayor, bendito presbítero le indicaría la escalera que conducía a las torres fronterizas a la cárcel y a la casa del escribano Alarcon, pareciéndole a todos dicha hora la mejor, por ser la de menor concurrencia de personas a los mercados cercanos y la de menor visita de devotos al Templo Metropolitano, en cuyo interior y a la hora escogida, el ruido de los disparos quedaría mitigado por los rezos y cánticos de los Sres. Canónigos, coincidentes con la hora mencionada....
Pero al Señor Arcipreste, agobiado por las muchas y arduas tareas de su gobierno interino de la Diócesis, se le olvido informar al Sacristán Mayor de lo que se había pactado con el Capitán General con respecto al tema del halcón y la sorpresa de nuestro hombre fue mayúscula cuando al día siguiente a poco de comenzar los rezos del coro vespertino..., se presento ante el la figura de un hombre corpulento, barbudo y malfachado, cubierto con astrosa indumentaria..., destacándose sobre su cintura una canana repleta de cartuchos y sobre el hombro colgado un enorme escopetón.......
Pero al Señor Arcipreste, agobiado por las muchas y arduas tareas de su gobierno interino de la Diócesis, se le olvido informar al Sacristán Mayor de lo que se había pactado con el Capitán General con respecto al tema del halcón y la sorpresa de nuestro hombre fue mayúscula cuando al día siguiente a poco de comenzar los rezos del coro vespertino..., se presento ante el la figura de un hombre corpulento, barbudo y malfachado, cubierto con astrosa indumentaria..., destacándose sobre su cintura una canana repleta de cartuchos y sobre el hombro colgado un enorme escopetón.......
Tremolo el presbítero escucho decir al "bandido"...,(que tal parecía por su aspecto)...
-Si es Vd. el Sacristán Mayor, enseñeme por donde subo a la torre desde la cual pueda ver mejor la casa del escribano que vive en la calle de la Cárcel numero 24.........
!!¿Pero que va Vd. a hacer allí?¡¡..., interrogo el sacristán asustado...
El de la escopeta, usando su lenguaje tipo andaluz que junta palabras y trabuca letras convirtiendo la l en r, y o suprime la h o la pronuncia como j..., le contesto.......
-!!VOY A MATAR AL-ARCON ¡¡.......
El pobre sacristán ,creyendo que aquel individuo de forajido aspecto pensaba asesinar a D. Juan Bautista Garcia Alarcon..., estremeciose de pavor y exclamo con un hilillo de voz temblona..
!! Pero hombre de Dios¡¡..., ¿va Vd. a ser capaz de realizar tal cosa?....; ¿no le da a Vd. lastima?¡¡.....
¡¡Bah!!, contesto desdeñoso el "facineroso".-¡es un "vicho" mu malo!.....
¡¡Es posible que lo sea, dijo el atribulado sacristán con angustiosa voz....¡ yo no lo santifico, pero si lo fuese, deje Vd. a dios que lo castigue y lo mate cuando El quiera!!......
¡¡Como yo logre echarle la vista encima, ese pajarraco no mueve mas una pluma!!....
Estas ultimas palabras dichas por el hombre de la escopeta, acrecentaron en el tembloroso presbítero la sospecha de que indudablemente aquel hombre intentaba acabar con la existencia del escribano Alarcon..., "que no movería mas una pluma"...., herramienta de trabajo con la que se ganaba la vida el desdichado escribano......
Impotente ante la escena y deseoso de impedir la tragedia, decidió dar aviso al Sr. Arcipreste de lo que aquel malvado loco quería hacer, para lo cual pidió al supuesto malhechor que le siguiera hasta el coro, en cuya puerta ordeno que le esperase al de la cartuchera y el sacristán presa de pánico se acerco al Sr. Arcipreste diciéndole......
¡¡Ahi fuera, armado con una escopeta de dos cañones, hay un hombre de mala traza que quiere subir a la torre con ánimos de matar....
El Gobernador Eclesiástico no le dejo terminar el relato comprendiendo quien era el sujeto aludido y a lo que venia, exclamo llevándose las manos a la frente.....
¡¡Lo había olvidado!!..¡¡Tengo tantas cosas sobre mi pobre cabeza!!....,- indique a ese hombre la subida a la torre que busca y silencio..., no diga Vd. a nadie ni una sola palabra de esto..., que todo esta ya convenido con las primeras autoridades y avisados los subalternos.....
El Sacristán Mayor a quien las piernas se negaban a sostenerle, salio del coro bañado por los mas fríos sudores y el cerebro batallando en un maremagnun de ideas, a la par que se preguntaba insistentemente...¿¿¡Pero Señor, que habrá hecho el escribano para merecer una muerte tan alevosa!??-¡¡ Y las autoridades están de acuerdo para que se realice11...¿¿¡¡A donde acudo yo para impedirlo!!??....
Una vez que estuvo al lado de la persona que le esperaba, no se atrevió a mirarle ni a dirigirle la conversacion, limitandose a indicarle con un gesto que le siguiese hasta llegar a una puerta que el atribulado sacristán abrió y extendiendo un brazo, rompió el silencio para decirle....
¡¡Por esa escalera se sube a la torre del reloj!!.....
¡¡Bah!!, contesto desdeñoso el "facineroso".-¡es un "vicho" mu malo!.....
¡¡Es posible que lo sea, dijo el atribulado sacristán con angustiosa voz....¡ yo no lo santifico, pero si lo fuese, deje Vd. a dios que lo castigue y lo mate cuando El quiera!!......
¡¡Como yo logre echarle la vista encima, ese pajarraco no mueve mas una pluma!!....
Estas ultimas palabras dichas por el hombre de la escopeta, acrecentaron en el tembloroso presbítero la sospecha de que indudablemente aquel hombre intentaba acabar con la existencia del escribano Alarcon..., "que no movería mas una pluma"...., herramienta de trabajo con la que se ganaba la vida el desdichado escribano......
Impotente ante la escena y deseoso de impedir la tragedia, decidió dar aviso al Sr. Arcipreste de lo que aquel malvado loco quería hacer, para lo cual pidió al supuesto malhechor que le siguiera hasta el coro, en cuya puerta ordeno que le esperase al de la cartuchera y el sacristán presa de pánico se acerco al Sr. Arcipreste diciéndole......
¡¡Ahi fuera, armado con una escopeta de dos cañones, hay un hombre de mala traza que quiere subir a la torre con ánimos de matar....
El Gobernador Eclesiástico no le dejo terminar el relato comprendiendo quien era el sujeto aludido y a lo que venia, exclamo llevándose las manos a la frente.....
¡¡Lo había olvidado!!..¡¡Tengo tantas cosas sobre mi pobre cabeza!!....,- indique a ese hombre la subida a la torre que busca y silencio..., no diga Vd. a nadie ni una sola palabra de esto..., que todo esta ya convenido con las primeras autoridades y avisados los subalternos.....
Una vez que estuvo al lado de la persona que le esperaba, no se atrevió a mirarle ni a dirigirle la conversacion, limitandose a indicarle con un gesto que le siguiese hasta llegar a una puerta que el atribulado sacristán abrió y extendiendo un brazo, rompió el silencio para decirle....
¡¡Por esa escalera se sube a la torre del reloj!!.....
De inmediato se dirigió al altar mas próximo y de rodillas, encomendó al cielo plegarias, a fin de que al Sr. escribano Alarcon le acometiera alguna repentina enfermedad, que le impidiese salir de casa y en el caso de que se encontrara en la calle..., que al volver a su domicilio.., su acechador errase la puntería..., pero no había terminado su oración, cuando apercibió el ruido de dos detonaciones y perdiendo los sentidos cayó de bruces sobre el duro pavimento ........
Momentos después, reaccionando del sincope sufrido, vio ante el al hombre de la escopeta, que sonriente le dirigió estas palabras señalando hacia la puerta de la torre del reloj....
¡¡No ha dicho ni pió..; hasta ahi lo he traído arrastrándolo!!.....
Horrorizado el buen Sacristán Mayor con los ojos desmesuradamente abiertos, encamino sus temblorosos pasos hacia el sitio que aquel hombre indicaba y al ver allí tendido el cadáver de un corpulento halcón..., a impulsos del gran excitamiento nervioso que llevaba, rompió en una estruendosa carcajada, dando saltos de alegría y girando sobre si mismo, gritaba a punto de enloquecer.......
¡¡ERA AL HALCÓN!!....¡¡ERA AL HALCÓN!!.....¡¡ERA AL HALCÓN!!......
Nos dice la historia que el bondadoso, Presbítero llamado D. José Velazquez, vivió largamente y hasta el fin de sus días ejerció el cargo de Sacristán Mayor de la Catedral Metropolitana y que desde aquella tarde en que vivió el luctuoso suceso en que creyó por todos los Santos que se iba a cometer un alevoso asesinato en la persona del escribano Alarcon....., hacia repetir varias veces con claridad y buen pronunciamento, las preguntas a quien de el algo solicitara..., para no volver a revivir aquel PRO QUO..(tomar una cosa o persona por otra....)
---------------------